Sobre el cielo azul volaban furiosos pájaros, eran de metal y no llevaban plumas, descargaban amenazas sobre un territorio aparentemente en calma.”. Los americanos estaban atacando a Cuba”… eso fue lo que se escucho. Más no pude dejar de sentir un temor terrible unido a la repulsión al enemigo extranjero, en mi mente de adolescente… Y mi maestro era miliciano del batallón fronterizo… cuantas respuestas hubo en mi, cuanto desespero en vano, porque yo no entendía absolutamente nada de lo que ocurría en mi pequeño caimán dormido, que al parecer estaba despierto.
Los días de abril transcurrían y el descontrol rondaba las calles. Supe donde estaba el batallón fronterizo, después del enfrentamiento en bahía de cochinos, por Playa Girón. Lance una carta como cuando se tira al viento, sin seguridad de respuesta y en ella plasme todo mi sentimiento ante un maestro que creí muerto o herido en su mejor consecuencia. Recuerdo este párrafo en mi escritura…”Ay maestro yo lo quiero mucho y no quisiera que le pasara nada, que venga sin ninguna herida…Y pensar que cuando yo lo vi. A usted por primera vez me dije -Este negro debe ser mas malo”… y ahora le pido a mi diosito que no le suceda nada .Como nos equivocamos maestro y quiero que me perdone por haber pensado mal de usted.
Aquí te envían una carta desde Isla de Pino, del batallón fronterizo para ti Nelly…
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