POEMA XX

Coqueteando
la rima, bien zalamera,
pretenciosa,
y altanera
le brindó su amor
un día a la poesía,
la cual triste y sola
se sentía.
¿Qué tú me amarías?
la rima le contestó a la poesía de inmediato.
Hace tiempo
de hacer el amor contigo trato,
pero
no te me avecinas.
¿Cuántas horas me dedicarías?
Todas las que necesites ¡alma mía!
para que te sientas
placentera.
Hace tiempo
que contigo mi cuerpo se excita,
¡si tú me vieras!
¿Pero tu amar, es con intensidad?
Ven juntemos nuestros cuerpos
y verás dónde escondo mi verdad,
es hora que lo sepas ya,
¡ven toca mi fogosidad!
La poesía arrogante
y esplendorosa
se acercó a la rima,
abrazando sus sinalefas,
los vocablos,
sus párrafos, y las metáforas
salieron completas
entregando sus
mejores versos a la rima,
que supo de la poesía
su entereza
y sabiduría,
entonces,
¡quería subirse todos los días!
La poesía entregó
sus mejores besos
para saber hasta dónde
las rima soportaba,
ella todo el tiempo
sin decir nada
¡solo eran suspiros! ¡se sentían los quejidos!
porque ya le amaba.
La poesía subida
en la nube de amor,
y la rima, sube que sube,
se entregaron un rocío de plegaria
en el momento
que había una nube
solitaria.
Fue tanta la emoción
en ese encuentro,
que desde ese entonces
se hallan dentro del mismo aposento.
La rima le busca ansiosa su boca
y la poesía se entrega con ansias loca.
La poesía y la rima
desnudas sobre la nube,
sudan y sudan
son lluvias de besos y pornografía.
¡Como está este tiempo!
¿Quién lo diría?